[Milcíades Peña (1958)]*
[Qué es la dialéctica]
Vamos a enfrentar ahora el problema de la dialéctica.
La dialéctica es un enfoque que trata de captar toda la realidad exactamente como es, y a la vez como debiera ser, de acuerdo a lo que ella misma contiene en potencia. La dialéctica significa conocer las cosas concretamente, con todas sus características, y no como entes abstractos, vacíos, reducidos a una o dos características. Por eso la dialéctica significa ver las cosas en movimiento, es decir, como procesos; por eso la dialéctica descubre y estudia la contradicción que hay en el seno de toda unidad, y la unidad a la que tiende toda contradicción.
El pensamiento formal común, que tiene su coronación en la lógica formal, tiende a despojar a la realidad de su inmensa riqueza de contenido, de su infinita complejidad, y reduce todo a esquemas y fórmulas vacías de contenido. Por eso la lógica formal dice "toda cosa es igual a sí misma" y dice también "una cosa es o no es". Así se ahorra el trabajo de tomar en cuenta que en la realidad viva toda cosa a la vez es y no es, porque en todo hay movimiento; y toda cosa es igual a sí misma pero a la vez es distinta de sí misma, porque en su seno hay diferencias, y al haber diferencias hay el germen de contradicciones. Tomar en cuenta esta realidad, no renunciar a su conocimiento ni falsear su conocimiento olvidando la riqueza del contenido del real, contentándose con conocer partes aisladas y disociadas excepto de una o dos características; al contrario, penetrar a fondo en la realidad, captarla tal cual es, con su infinita complejidad, con su inagotable riqueza de contenidos, eso es dialéctica.
En el tiempo de que dispongamos para nuestro trabajo no podremos estudiar la dialéctica. Para eso -mejor dicho, para una introducción al estudio de la dialéctica- necesitaríamos por lo menos tantas reuniones como las que dedicaremos a todo el estudio del marxismo. Pero lo importante es que de aquí salga en limpio lo siguiente:
La realidad es maravillosa e infinitamente rica en complejidad, en contradicciones, en movimiento. Hay dos enfoques para conocerla:
- el enfoque más elemental, más simple: el enfoque del pensamiento común. Este enfoque dice: la realidad es demasiado compleja; no puedo captarla tal cual es, porque entonces no entiendo nada. Para entenderla tengo que tomar las cosas una por vez, separándolas, poniéndolas una al lado de otra, evitando que se mezclen o cambien de lugar o se transformen. Este pensamiento, que es abstracto, es decir, que separa, que desgaja lo que en realidad está unido, es el pensamiento formal abstracto;
- por el contrario, hay un enfoque que trata de captar la realidad tal cual es: rica, contradictoria, móvil. Este enfoque no se conforma con entender la realidad en partes y vaciada de contenido; al contrario, exige aprehender a la realidad con todo lo que ella tiene. Este enfoque es precisamente el pensamiento dialéctico.
Con esto, queda dicho que la dialéctica no se reduce en modo alguno a la serie de "leyes" que los manualitos presentan como dialéctica: la transformación de la cantidad en calidad, la unidad de los contrarios, etc. Estas son solamente algunas partes de la dialéctica, que es la lógica, y nada más que partes. Y ponerlas separadas del conjunto, como recetas a aplicar a la realidad, es lo más antidialéctico que pueda concebirse. Recién entramos en el terreno de la dialéctica cuando nos esforzamos por comprender cuándo, dónde y en qué condiciones una cantidad se transforma en calidad, o un polo se transforma en su opuesto, etc. Es decir, sólo entramos en el terreno de la dialéctica cuando nos esforzamos por captar la realidad viva, en su totalidad, con su movimiento, sus contradicciones y sus mutaciones.
En las sociedades primitivas el hombre pensaba concretamente. Para el hombre primitivo, en cada elemento de la realidad se encuentran lo uno y lo múltiple, el quietismo y el movimiento, la identidad y la diferencia. El hombre primitivo pensaba dialécticamente porque pensaba en concreto, es decir, veía las cosas como totalidades, en el conjunto, con toda la riqueza de su contenido. Por eso el lenguaje del hombre primitivo pinta y describe a la realidad en toda su riqueza: el primitivo no dice "esto" en abstracto, dice "esto que toco", "esto que está muy cerca", "esto que está de pie" o "esto que está al alcance de mi vista". El primitivo no entiende cosas aisladas; ve situaciones, conjuntos, totalidades. Del mismo modo, los niños pequeños no entienden letras, pero entienden palabras, es decir, conjuntos concretos que tienen un sentido.
Pero cuando la humanidad comenzó a dominar la naturaleza y a conocerla mejor, pudo y debió crearse una formidable herramienta intelectual, que es el concepto abstracto. El hombre pudo dejar de ver las cosas en su totalidad, pudo descomponerlas en partes, pudo analizarlas, pudo hacer abstracción. El hombre aprendió a decir "este" en abstracto y "este árbol", sin decir "este árbol verde aquí sobre la colina" como decía el primitivo. Así, desmenuzando la realidad en partes, pudo avanzar el conocimiento. Así avanzaron las ciencias naturales. La lógica formal, con su afirmación de que una cosa es o no es, coronó esta aspiración del pensamiento abstracto y fue un formidable paso adelante... pero a la vez un formidable paso atrás. Un formidable paso adelante porque permitió aplicarse al análisis minucioso de los elementos y partes integrantes de la realidad; permitió el estudio intensivo de los mismos y aportó así la inmensa masa de conocimientos que constituyen las ciencias naturales. Pero el pensamiento abstracto y la lógica formal significaron también un formidable paso atrás, en el sentido de que se perdió para muchos siglos esa riqueza que caracterizaba el pensamiento del primitivo, esa frescura de la capacidad para aprehender la realidad como es, como un todo complejo y cambiante, lleno de cualidades y atributos.
La dialéctica recupera para el pensamiento esa riqueza de contenido, esa creación, esa frescura del pensamiento del hombre primitivo, pero le incorpora el rigor, la precisión, la exactitud que han aportado siglos de pensamiento abstracto y lógica formal.
Como dice Lefebvre, la dialéctica es la plena captación por el pensamiento de toda la efervescencia tumultuosa de la materia, el ascenso de la vida, la epopeya de la evolución, interrumpida de pronto por catástrofes; todo el drama cósmico, en fin. "La verdad está en la totalidad", dice Hegel. Es decir, la idea verdadera es superación de las verdades limitadas y parciales, que se transforman en errores al considerarlas inmóviles. Sólo la captación de la totalidad, donde se unen lo idéntico y lo distinto, la quietud y el movimiento, lo uno y lo múltiple –es decir, sólo la captación de lo concreto-, sólo eso nos muestra la verdad. En estas fórmulas –que no son fórmulas, sino la síntesis de toda la prodigiosa evolución del pensamiento humano- se contiene todo el pensamiento dialéctico y esta es la genial aportación de Hegel al pensamiento humano.
La lógica formal dice que toda cosa es idéntica consigo misma. Pero para esto es preciso que sea diferente de todas las demás, de modo que la identidad más pura supone ya la diferencia, pero la lógica formal no toma nota de esto.
Por otra parte, el hecho de que la identidad, aun la identidad más abstracta, contiene en sí la diferencia, se revela en todo juicio en que el predicado es distinto del sujeto. Al decir, por ejemplo, la rosa es roja, decimos que la rosa, sin dejar de ser una rosa, es roja, vale decir, algo distinto que la rosa. Si quisiéramos evitar esa diferencia en el seno de la unidad, si quisiéramos cumplir rigurosamente con el principio lógico formal de que toda cosa es idéntica a sí misma y no puede ser a la vez idéntica y diferente, entonces el pensamiento sería algo completamente vacío, y los únicos juicios serían juicios propios de retardados al estilo de "la rosa es... la rosa"; "la vida es... la vida", etc. En cuanto queremos hacer juicios inteligentes, en cuanto queremos conocer las cualidades de lo real y captar su complejidad, entonces fatalmente rompemos con la lógica formal y manejamos a la vez la identidad y la diferencia de cada cosa consigo misma.
Por eso explica Hegel que "quien postula que no existe nada que lleve dentro de sí la contradicción, como la identidad de los contrarios, postula, al mismo tiempo, que no existe nada vivo. Pues la fuerza de la vida consiste precisamente en llevar dentro de sí la contradicción, es soportarla y superarla. Este poner y quitar de la contradicción de unidad ideal y disgregación real de los términos forma el proceso constante de la vida, y la vida no es más que como proceso".
Y en otro lugar dice Hegel: "nada hay en lo que no se pueda y se deba mostrar la contradicción, es decir, las determinaciones opuestas; el abstraer del intelecto es el aferrarse violentamente a una determinación, un esfuerzo para oscurecer y alejar la conciencia de la otra determinación que allí se encuentra" (Lógica, parágrafo 89). Y más adelante: "la proposición que expresa la identidad es: toda cosa es idéntica a sí misma: A=A, y negativamente, A no puede ser a la vez A y no-A. Esta proposición, en vez de ser una verdadera ley del pensamiento, no es sino la ley del intelecto abstracto. (...) Cuando se afirma que el principio de identidad no puede ser probado, sino que toda conciencia le presta su adhesión y que la experiencia lo confirma, a dicha pretendida experiencia hay que oponer la experiencia universal de que ninguna conciencia piensa, ni tiene representaciones, ni siquiera habla según esa ley; y que ninguna existencia, cualquiera que sea, existe según ella. El hablar según esta pretendida ley de la verdad (un planeta es... un planeta; el magnetismo es... magnetismo; el espíritu es... el espíritu) pasa, con plena razón, como un hablar estúpido, y ésta sí que es una experiencia universal" (Lógica, parágrafo 115).
Hemos dicho que la dialéctica es pensamiento concreto, y hemos señalado las limitaciones del pensamiento abstracto. ¿Qué quiere decir "pensamiento abstracto"? Oigamos a Hegel: "¿Quién piensa en abstracto? El hombre inculto, no el culto. Me limitaré a poner algunos ejemplos: un asesino es conducido al cadalso. Para el pueblo común no es otra cosa que un asesino. Tal vez las damas, al verlo pasar, comenten su aspecto físico, digan que es un hombre fuerte, hermoso, interesante. Al escuchar esto, el hombre de pueblo exclamará indignado: ¡Cómo! ¡Un asesino hermoso! Un conocedor del hombre tratará de indagar la trayectoria seguida por la educación de este criminal; descubrirá tal vez en su historia, en su infancia o en su primera juventud, o en las relaciones familiares del padre y de la madre; descubrirá que una ligera transgresión de este hombre fue castigada con una fuerza exagerada que le hizo rebelarse contra el orden existente, que lo hizo colocarse al margen de este orden y acabó empujándolo al crimen para poder subsistir". Pues bien; pensar así, ver todo el proceso con todos sus elementos, es pensar en concreto. En cambio, pensar en abstracto es el pensamiento vulgar, que no ve en el asesino más que esa nota única y aislada, abstracta, la de que es un asesino, de tal modo que esta simple cualidad destruye y no deja ver cuanto hay en él de naturaleza humana.
Como modelo de pensamiento dialéctico, de pensamiento concreto, que se mueve a través de la inseparable unidad de los contrarios, veamos estas líneas de Trotsky:
"Interdependencia dialéctica del fin y de los medios
El medio sólo puede ser justificado por el fin. Pero éste, a su vez, debe ser justificado. Desde el punto de vista del marxismo (...) el fin está justificado si conduce al acrecentamiento del poder del hombre sobre la naturaleza y a la abolición del poder del hombre sobre el hombre.
¿Esto significa que para alcanzar tal fin todo está permitido? (...) Está permitido lo que conduce realmente a la liberación de la humanidad. (...)
¿Eso significa, a pesar de todo, que en la lucha de clases contra el capitalismo todos los medios están permitidos: la mentira, la falsificación, la traición, el asesinato, etc.? (...) Sólo son admisibles y obligatorios los medios que acrecen la cohesión revolucionaria del proletariado, inflaman su alma con un odio implacable por la opresión, le enseñan a despreciar la moral oficial y a sus súbditos demócratas, le impregnan con la conciencia de su misión histórica, aumentan su bravura y su abnegación en la lucha. Precisamente de eso se desprende que no todos los medios están permitidos. Cuando decimos que el fin justifica los medios resulta para nosotros la conclusión de que el gran fin revolucionario rechaza, en cuanto medios, todos los procedimientos y métodos indignos que alzan a un parte de la clase obrera contra las otras, o que intentan hacer la dicha de las demás sin su propio concurso, o que reducen la confianza de las masas en ellas mismas y en su organización, sustituyendo tal cosa por la adoración de los ‘jefes’. (...)
El materialismo dialéctico desconoce el dualismo de medios y fines. El fin se deduce naturalmente del movimiento histórico mismo. Los medios están orgánicamente subordinados al fin. El fin inmediato se convierte en medio del fin ulterior. En su drama Franz von Sickingen, Ferdinand Lasalle pone las palabras siguientes en boca de uno de sus personajes:
No muestres sólo el fin, muestra también la ruta
Pues el fin y el camino tan unidos se hallan
que uno en otro se cambian
y cada ruta descubre un nuevo fin
(...) La interdependencia del fin y de los medios está expresada, en el caso de los versos reproducidos, de un modo enteramente exacto. Es preciso sembrar un grano de trigo para cosechar una espiga de trigo" (Su moral y la nuestra). En 1922 Lenin afirmó que "debemos organizar un estudio sistemático, dirigido desde el punto de vista de la dialéctica de Hegel". Esta es, efectivamente, una gran tarea abierta ante el pensamiento marxista.
Pero las burocracias son conservadoras y antidialécticas por definición. Su prosperidad depende de la administración de lo que existe, no de su modificación. Por eso su "filosofía" es la escolástica y el dogmatismo que codifican y repiten lo ya pensado, y no admiten innovación ni problema nuevo alguno. Se explica así que la "filosofía" inspirada en Stalin y compañía haya tratado a la dialéctica y a Hegel como a un perro muerto.
El espíritu de la burocracia es ferozmente estático y antidialéctico. No quiere innovaciones ni discusiones. Veamos el trabajo de Zhdanov "Sobre la historia de la filosofía". Zhdanov era secretario del Comité Central del Partido Comunista ruso, y este es un discurso suyo con el cual se clausuró el congreso de filosofía realizado en Rusia en 1947. Zhdanov vapulea terriblemente al autor de una historia de la filosofía y dice que "el autor comete errores esenciales que afectan inclusive a los principios". ¿Cuáles son esos "errores esenciales" que "afectan a los principios"? Son, dice Zhdanov, "por ejemplo", la afirmación de que "el camino al método dialéctico fue preparado por las conquistas de las ciencias naturales desde la segunda mitad del siglo XVIII. Esto está en radical contradicción con la célebre tesis de Engels, según la cual el camino al método dialéctico fue preparado por la estructura celular del organismo, por la teoría de la conservación y la transformación de la energía y por la teoría de Darwin. Todos estos descubrimientos corresponden al siglo XIX". Es decir, que la burocracia moscovita prohibe a un filósofo decir que el método dialéctico fue preparado por las conquistas científicas del siglo XVIII, y se lo prohibe porque Engels dijo que las conquistas en cuestión eran del siglo XIX, y la burocracia entiende que disentir con Engels en esta cuestión cronológica es "un error esencial que afecta a los principios". Desde luego, en semejante clima no es posible que se desarrolle el pensamiento dialéctico, y ni siquiera los estudios sobre la dialéctica. Y si acaso estos estudios surgen, la burocracia los extirpa rápida y radicalmente. En este mismo discurso, Zhdanov no deja lugar a dudas: "la discusión que ha tenido lugar aquí a propósito de Hegel es bastante extraña. Hace tiempo que está resuelta la cuestión de Hegel. No hay ninguna razón para plantearla de nuevo". Efectivamente, para la burocracia no hay ninguna razón para plantear de nuevo el problema de la dialéctica, "el álgebra de la revolución", como la llamó el gran revolucionario ruso Herzen. Nosotros en cambio recordamos a Lenin: "debemos organizar el estudio sistemático de la dialéctica de Hegel". Para iniciar este estudio yo sugiero el libro de Ernst Bloch El pensamiento de Hegel, editado por el Fondo de Cultura Económica.
En una frase famosa, Marx y Engels hablaron de "poner a la dialéctica de Hegel sobre sus pies". Esto no quiere decir que de la dialéctica hegeliana puedan tomarse dos o tres cosas aisladas y agregárselas a una concepción materialista vulgar del mundo. No. El pensamiento dialéctico de Hegel impregna totalmente el marxismo.
Hegel efectuó –en términos idealistas y con lenguaje muy oscuro, hablando del "en sí", de la "negatividad", del "ser otro", etc.- un análisis muy riguroso del pensamiento humano a través de la contradicción. Poner la dialéctica sobre sus pies quiere decir estudiar concretamente, en la realidad del desarrollo, cómo se han ido produciendo esas fases, esos estados del desarrollo, esas transiciones que Hegel analiza en términos idealistas pero con una tremenda capacidad para comprender el elemento de contradicción y del movimiento. Y esta es una tarea que el marxismo tiene que realizar. Yo sólo conozco dos obras en que el pensamiento marxista ha realizado este "enderezamiento" de la dialéctica, donde la realidad ha sido captada en su evolución, en sus contradicciones, en sus diversas fases cuantitativas y cualitativas. Esas obras son El capital de Marx y la Historia de la Revolución Rusa de Trotsky. Pero el campo a explorar es inmenso todavía; prácticamente es toda la realidad.
Poner la dialéctica sobre sus pies es lo que hace Marx en El capital, es decir, desarrollar dialécticamente una ciencia, en este caso el análisis económico de la sociedad capitalista. En cambio, tomar alguno de los fenómenos naturales, o un conjunto de conocimientos científicos, y utilizarlos como ejemplos de que la cantidad se transforma en cualidad, o de alguna otra ley de lógica dialéctica, eso –que hacen los manualitos que pretenden enseñar marxismo- es una insolente caricatura del pensamiento dialéctico y por lo tanto del marxismo.
* Extraído de Milcíades Peña, Introducción al pensamiento de Marx (Notas inéditas de un curso de 1958), Ediciones El cielo por asalto, Buenos Aires, 2004.
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